viernes, 9 de diciembre de 2005

Que se vaya Bielsa

¿Vale la pena ensayar una opinión más sobre el affaire Bielsa? Probablemente no pero quienes tenemos blogs padecemos de cierta (mucha) incontinencia verbal y la sensación de que nuestra opinión le interesa (o debería interesarle) a todo el mundo.

La historia es harto conocida. El tipo fue candidato a diputado y durante la campaña se cansó de decir que iba a asumir y que lo contrario era una defraudación moral. A poco de asumir, el tipo efectivamente nos defraudó ya que decidió, como Manuelita, irse a París. Su explicación fue que lo hacia por la Patria y por el Presidente, vaya a saber uno en que orden.

Primera inconsistencia, la falacia de la autoridad. Bielsa sabía que no asumir e irse como embajador era una enorme defraudación al pueblo pero no podía negarse al pedido del Presidente. OK. Lo acepto. ¡Entonces el que estaba defraudando al pueblo era el Presidente! ¿Por qué Bielsa le hace caso a un tipo que defrauda el pueblo? La falacia de la autoridad es obediencia debida (¿u obediencia a De Vido?). Me hubiera gustado que Bielsa pensara por sí mismo.

Ahora Bielsa decide dar marcha atrás y asumir como diputado por el clamor popular. Según dice, quiere caminar por la calle con la frente alta.

Segunda inconsistencia, suponer que la gente quiere que asuma como diputado. ¿Cómo lo sabe? El Bielsa diputado-panqueque no es el mismo Bielsa candidato-a-diputado que la gente votó. Bielsa diputado-si-lo-dejan es un tipo que cedió a la tentación. Es cierto, que rápidamente se recompuso pero ya no es el mismo. ¿Por qué supone que la gente lo quiere igual?

Mi opinión es simple: este Bielsa es otro y no me gusta. Que se vaya a su casa.

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