martes, 2 de mayo de 2006

Murió John Kenneth Galbraith




Murió John Kenneth Galbraith a los 97 años, de causas naturales (no hay nada natural en la muerte de JKG). Publiqué un pequeño obituario en Página 12. Pero no me alcanza. Nunca puede alcanzarme. Es posible que por JKG haya estudiado economía.

El segundo libro de economía que lei en mi vida fue El Nuevo Estado Industrial. Todavía conservo el ejemplar de Editorial Ariel, en la bellísima traducción de Manuel Sacristán, autografiado por Galbraith cuando visitó Argentina hace más de 20 años. El tercer libro que lei fue La Sociedad Opulenta. El cuarto, A Theory of Price Control (¡gracias Centro Lincoln por tantos libros!). El quinto, Capitalismo Americano. Sólo así pude escaparme, por unas semanas, a leer otros autores.

Tres características de JKG llamaron mi atención entonces.

Primero, su renuencia a aceptar los supuestos de la economía neoclásica sin más. Su rechazo del supuesto de soberanía del consumidor y su reemplazo por lo que denominó "el efecto dependencia" es un buen ejemplo. Durante años, enseñé la crítica galbraithiana de la soberanía del consumidor en el CBC con un excelente artículo de Hayek en el otro rincón. Esos eran debates. Creo que hoy ya no se enseña en las facultades. Segundo, su prosa exquisita. Galbraith fue un escritor brillante (duele usar el tiempo pasado). Tercero, su ironía fina llena de sabiduría (prometo dedicarme a mis citas preferidas pronto).

Racionalista, pacifista, pleno de sensibilidad social, opositor a nuestro apego excesivo a las cosas materiales, Galbraith no se cansaba de reclamar por mejores escuelas, aire más limpio, autopistas menos congestionadas y desarme, cuestiones que el PBI no mide.

Galbraith es uno de los pocos economistas contemporáneos que hacen que responda a la pregunta por mi profesión con orgullo: "soy economista".

El mejor homenaje es reelerlo.

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