sábado, 10 de mayo de 2008

Un econ perdido en la Feria del Libro



Un economista en la Feria del Libro no tiene grandes opciones este año. Hay pocas novedades y poquísimas ofertas. Aquí va.

Si el presupuesto no es una restricción, El Cisne Negro de Nassim Nicholas Taleb es una buena opción (Editorial Paidós, $ 110). Taleb es un matemático que trabajó en finanzas como trader y finalmente se dedicó a escribir libros y dar conferencias. Su estilo es una mezcla de epistemología, teoría de la decisión, análisis probabilístico (su especialidad) y economía. En realidad, esta cocktail interdisciplinario está de moda en aquellos que enfatizan la complejidad del mundo y la dificultad (hasta imposibilidad) de predecir.

Taleb es un buen exponente de este combo y su tono despectivo e iconoclasta hacia el mundo de las finanzas modernas (al que conoce como insider y como profesor) lo volvió muy popular: El Cisne Negro fue el libro más vendido en “no ficción” durante 2007 relegando a La Era de la Turbulencia de Alan Greenspan al segundo lugar a través de Amazon. Y estuvo 17 semanas en la lista de más vendidos del New York Times.

El argumento central de El Cisne Negro es que los cambios radicales son imposibles de predecir ya que usualmente son el resultado de la suerte o un accidente. Uno de sus ejemplos favoritos es cosa de todos los días (o eso uno quisiera) para muchos hombres: el Viagra fue el resultado de una investigación sobre drogas hipertensoras primero, y de angina de pecho después.

Más accesible, en precio y estilo, es La Lógica Oculta de la Vida de Tim Harford (Editorial Planeta, $ 49).

Hartford es uno de los mejores divulgadores en economía hoy. No es un economista con investigaciones propias (como Steven Levitt) sino un expositor de ideas ajenas pero tiene una enorme capacidad de expresar en forma simple ideas complejas y sabe elegir temas que captan rápidamente la atención del lector.

Así, en La Lógica Oculta de la Vida, Harford dedica bastante espacio a la aplicación del análisis económico a la vida sexual mostrando que hay racionalidad en la forma en la que las prostitutas cobran más a sus clientes por sexo sin protección o en la forma en la que (algunas) adolescentes parecen elegir el sexo oral como una alternativa de sexo seguro. El mensaje general de La Lógica Oculta es que la gente responde a incentivos y es un mensaje muy poderoso aún cuando a veces Harford exagera la magnitud de esa respuesta a la búsqueda de un impacto editorial. Es un libro muy recomendable sobre todo para aquellos que creen que la economía es una aburrida disciplina numérica.

No encontré muchas ofertas. El stand del Fondo de Cultura Económica suele ser una buena fuente de oportunidades pero el paso de los años fue agotando el stock y la editorial es, cada vez más, un Fondo de Cultura general con menos economía. Sin embargo, encontré una perla: La Economía Política del Crecimiento de Paul Baran a $ 9. Baran fue (murió en 1964) uno de los pocos economistas académicos marxistas respetados en Estados Unidos (tal vez por aquello de que tengo un amigo judío… digo marxista). Algunas predicciones de Baran no resistieron el paso del tiempo, otras sí. Su elogio de los modelos soviético y chino ya fue desacreditado por los hechos. Más en general, el libro está escrito con una pasión que las ciencias sociales perdieron por una pretensión científica.

El énfasis de Baran en cuestiones como el atraso y el subdesarrollo, el consumismo y el consumo suntuario en una economía puesta a su servicio, el gasto militar improductivo, el consumo suntuario como una fuente de atraso en los países subdesarrollados, la inversión extranjera aliándose con las clases dirigentes en países atrasados y perpetuando el atraso al concentrarse en actividades de bajos ingresos y baja productividad, el énfasis en la formación de capital humano, entre otros temas (que yo expresé en lenguaje moderno), lo hacen un clásico en la biblioteca de cualquier economista que quiera leer – y reconocer – a un pionero.

En el stand de Dickens es posible encontrar otra perla: La Economía de la Satisfacción (debió haber sido traducido como La Economía de la Complacencia) de John Kenneth Galbraith, una vieja edición de Emecé a $ 9.

Galbraith lo escribió en 1992, desilusionado por las presidencias de Reagan y Bush (padre), criticando a los estadounidenses que se aferraron “a una cultura de la complacencia” y donde “una mayoría de los que votan tienen ventajas económicas y sociales y están dispuestos a pelear para mantenerlas”. En este ensayo, Galbraith incluso manifiesta su decepción con aquella tecnocracia de El Nuevo Estado Industrial (1967): él esperaba mucho de aquella élite científica, educada e ilustrada, y que ahora aparece en buena medida sólo dispuesta a defender privilegios. Una vez más, la prosa de uno de los escritores más brillantes que la economía dio en el siglo XX se junta con una cosmovisión económica, social y política de altísimo vuelo intelectual.política de altísimo vuelo intelectual.

Para economistas con mayores pretensiones teóricas puede encontrarse Los fundamentos de la Teoría General, un libro de Axel Kicillof (Editorial Eudeba, $49). Kicillof dedicó su tesis doctoral a realizar una exhaustiva exégesis del pensamiento del libro más importante del economista más importante del siglo XX, John Maynard Keynes. El Keynes que nos cuenta Kicillof es probablemente más intervencionista y crítico del capitalismo que el que uno conoce.

Aunque puede discutirse su interpretación del Nuevo Testamento de los economistas (eso es la Teoría General, y bien dicho porque los divide en creyentes y no creyentes), Los fundamentos… es un libro riguroso y merece leerse.

1 comentario:

  1. El compromiso del intelectual de Baran nos marcó a todos, añun los no economistas en los años de plomo recuerdo aquello
    de "la lógica por si sola no es capaz de hacer que reconozcamos la existencia siquiera de nuestros semejantes" . Lo recuerdo además junto a C. Wright Mills y Paul Sweezy como una rara avis del pensamiento americano en medio de mucha movida francesa en los grupos de estudio extra universitarios de mediados de los setenta en plena dictadura. Gran tipo debió haber sido...y porqué fracasó el modelo Chino Olivera, acaso no acumula capital a mansalva? o ya no se usa más eso?
    salu2!

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