viernes, 30 de septiembre de 2011

Roberto Frenkel: asociación libre

Cosa rara la asociación libre. Apenas terminé de leer esto, me vino a la cabeza la historia que la McCloskey cuenta acerca de como Theodore Schultz se inspiró para su idea del capital humano:

In 1946 Schultz spent a term based at Auburn University interviewing Alabama farmers in the neighbor­hood. One day he interviewed an old and poor farm couple and was struck by how contented they seemed. Why are you so contented, he asked, though poor? They answered: You're wrong, Professor. We're not poor. We've used up our farm to educate four children through college, remaking fertile land and well-stocked hog pens into knowledge of law and Latin. You can see that we're rich. The parents had informed Schultz that the physical capital, which economists think they understand, is in some sense like the human capital of education. (Deirdre McCloskey, How to be Human*: *Though an Economist).

Pensando en términos de similitudes y diferencias entre el capital humano y otras formas de capital, no deja de sorprenderme que la educación ocurra. En la "función de producción" de capital humano no entra cualquier insumo... entra un educador. Hay pocas cosas más difíciles de definir y, a la vez, más comunes a la experiencia humana que la educación. Sólo el ejercicio de instrospección puede dar cuenta. Además, el capital humano es muy ilíquido. Cuesta hacerse de los beneficios, no te prestan contra capital humano y es imposible realizar los beneficios de aquellos que fueron formados. Aún así, el educador sigue transformando. En tiempos donde los tenedores de riqueza sólo quieren activos líquidos me sorprende más.

Cosa rara la asociación libre. Ahora releyendo el párrafo, entiendo porque la Deirdre McCloskey se me vino a la cabeza. En algún momento de fines de los 80, Roberto Frenkel me dio su ejemplar de La Retórica de la Economía de McCloskey incitándome a leerlo. Roberto lo había leído, y quería compartirlo y enseñarlo a un licenciado recién recibido al que casi no conocía. Fue en una oficina sobre la calle Pueyrredón, a la altura de Corrientes, que de a ratos apestaba a tabaco de pipa (el único costo  que puedo contabilizar). La oficina es otra pero el educador con su pipa sigue en lo mismo: enseñando.

Cuando hablamos de capital humano, Roberto Frenkel es inmensamente rico. Como  pocos.